jueves, 11 de diciembre de 2008

Desplazamientos

Aparece información que despierta reflexiones sobre el ominoso atentado terrorista que castigó a Bombay. Un ejemplo: se sabe ahora que cuando finalizaban los ataques un señor anónimo llamó por teléfono al presidente paquistaní, fingió que era el ministro de Relaciones Exteriores de la India y lo amenazó con declararle la guerra. Pakistán puso su fuerza aérea en estado de alerta durante un día entero (Los Angeles Times, 7-12-08). Esa guerra era el objetivo de los terroristas, pero surge una pregunta: ¿cómo logró el señor anónimo conocer los códigos necesarios para ser atendido por el presidente paquistaní? ¿Tal vez fue alguien bien ubicado en Nueva Delhi? Lo cierto es que un detallecito como éste puede provocar la catástrofe: los dos países, que se disputan Cachemira, tienen armas nucleares.

Otro interrogante: ¿por qué la policía india se mostró bastante pasiva durante las 60 horas que duraron los ataques de sólo diez hombres? Algo más: los servicios de inteligencia de la India fueron advertidos el 18 de noviembre –ocho días antes– de que militantes con base en Pakistán preparaban el desastre. “Agentes de inteligencia indios y europeos manifestaron que la información reunida era lo suficientemente específica: mencionaba amenazas a los principales hoteles de Bombay y la posibilidad de que los islamistas atacantes pudieran emplear lanchas para penetrar las débiles defensas costeras de la ciudad” (www.cbsnews.com, 2-12-08). Esta “ignorancia” se asemeja a la de W. Bush, al que los servicios estadounidenses le informaron el 6 de agosto de 2001, más de un mes antes del 11/9, de lo que se venía (The New York Times, 10-5-04). A la Casa Blanca no le importó: murieron tres mil personas en las Torres Gemelas, pero el pretexto para invadir Irak fue servido.

Abundan los hechos curiosos. Según las declaraciones del gobierno indio, los terroristas, olvidadizos ellos, dejaron un teléfono móvil en la lancha que secuestraron, lo cual permitió identificar al menos a tres miembros de Lashkar-e-Taiba (LeT), el Ejército de los Píos, un grupo fundamentalista musulmán que rechaza el control indio de Cachemira y que mantendría contactos con Al Qaida y los talibán por intermedio de los servicios de inteligencia de Pakistán (ISI) (www.telegraph.co.uk, 30-11-08). Nueva Delhi involucró además a Jamaat ud Dawa, organización madre del LeT, que al parecer no era terrorista cuando sus miembros trabajaron codo a codo con militares norteamericanos para ayudar a las víctimas del terrible sismo que afectó a la India y Pakistán en el 2005 (counterterrorism.blog.org, 30-4-06). Es una trama oscura, pero se recuerda que la CIA, por conducto de ISI, financió y entrenó a los talibán para echar a los soviéticos de Afganistán y que se alimentó económicamente del tráfico de drogas procedentes de ese país. La colaboración de los dos servicios continuó a lo largo de los años ’90 en Chechenia, Yugoslavia y la India. Es notorio que la CIA y el Pentágono arman y entrenan a Jundullah, grupo terrorista de la zona tribal de Pakistán, para que incursione en Irán. Pareciera que Irán es la cuestión.

El electo presidente Obama, rodeado de un equipo en el que abundan los halcones que eligió, ha reiterado su intención de convertir a Afganistán en centro de la llamada lucha antiterrorista, lo cual ha creado ya un conflicto con Pakistán por los bombardeos estadounidenses de su territorio. Ha mencionado a Cachemira como foco terrorista y todo indica que la intervención militar de EE.UU. se desplaza hacia el sur de Asia. Esto confluye con los objetivos del partido indio de la guerra, el Bharativa Janata (PBJ) –versión chauvinista y nacionalista del hinduismo tradicional–, que propugna una alianza más estrecha con EE.UU. y que probablemente gane las elecciones del 2009 por el fracaso del Partido del Congreso gobernante en cohesionar al país. Los atentados de Bombay le han venido de perillas al PBJ, que despliega una ideología muy particular: afirma que la raza hindú fue originariamente una tribu que bajó del Polo Norte. Subraya que sus miembros eran arios, rubios y tenían ojos azules (www.geocities.com/indianfascism, 23-2-00). Se propone rescatar la gloria de un pasado mítico y restaurar el antiguo imperio hindú.

El énfasis de Obama en Pakistán no es gratuito: el país limita con Irán, Afganistán, India, China y no está lejos de las ex repúblicas soviéticas ricas en petróleo y gas natural. Por otro lado, una fuerte presencia militar estadounidense en Afganistán –con la OTAN, claro– sería una advertencia para China y Rusia, que tienen fuerte influencia en la región. Ambos movimientos, además, fortalecerían el cerco a Irán. Es la triste geopolítica de la guerra en curso: los beneficiarios de los atentados de Bombay son conglomerados petroleros y grandes bancos con sede en Londres y Nueva York.
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Por Juan Gelman - Página/12 11-12-08

viernes, 21 de noviembre de 2008

"Por nuestra seguridad"

Se pelean por ver quién levanta más tierra, ahí, en el centro de Boulogne. La construcción de un túnel que pasará debajo de la estación es un viejo proyecto que recién se puso en marcha hace dos meses.

El cabo Gerbaudo bosteza, mira su celular, mientras se recuesta contra la pared de “Casa Marquez”. En seguida, se incorpora, vuelve a su tarea, ojea mi vestimenta y pierde su atención en el aparatito que comienza a sonar. Gente sobra, van y vienen, algunos de sus trabajos, otros de la escuela. En medio de este circo, el anfitrión asoma, se yergue el gigante, un cartel lo anunciaba hacía ya varias cuadras: “Frávega, primeros siempre.”

Desde la puerta principal, entre televisores, cocinas y lavarropas, se cuentan diez empleados y un guardia de seguridad. El local es grande, en forma de L. En la parte que no se ve están las cajas y el sector de créditos.
-¿Querés ver algo?
-Sí, me gustaría que me muestres esta laptop –señalo-, ésa, la que vale 2399 pesos.
La reviso, la toco, leo sus características: “Acer, Centron, 160 gigas, etc.”
-La quiero comprar.
-¿Cómo la pagás?
-Ah, yo quería averiguar acerca de los planes de financiación que me dijeron que otorgaban acá.
-Sí, si, hiciste bien, seguime.- Mientras me lleva al sector oculto del local, explica los requisitos con el tono del tío que da un consejo al sobrino tomándolo del hombro- Precisás recibo de sueldo, documento, después una firma y que pongas la huella digital, quedate tranqui, es papelerío nomás.
-¿Mi huella? – saco su mano de mi hombro.
-Claro, pero es formalismo, no te preocupes, hace cuatro años que lo hacemos.

Intento seguir con preguntas pero el muchacho ya me depositó en el sector de créditos. Frente a mí, Carolina, una morocha de cejas robustas y boca grande, exige, sin paciencia ni saludo previo.
-¿Tenés el documento, fotocopia y recibo de sueldo con más de tres meses de antigüedad?
-Traje todo menos la fotocopia.
-No importa, la hacemos acá.
-Bueno, gracias.

Saca tres formularios que apoya sobre el escritorio, me dice que debo completarlos con mis datos, mis enfermedades, mis gastos y hasta mis vicios.
-¿Para qué quieren saber si tuve alguna enfermedad?
-¿Ya completaste el formulario?- Desoyendo mi pregunta.
-Te pregunté algo.
-Sí, es puro formalismo, si vos no tenés ningún problema completá y listo. ¿Ya terminaste?
-Sí.
-Bueno, ahora firmá acá, acá y acá. Ahora voy a necesitar que apoyes el dedo en el cuadrado este –desliza un cuadrado parecido al lector de la notebook para el mouse- y terminamos.
-¿Cómo? No, pero para qué es esto. Subo el tono y noto que detrás de mí aparece el chico que me había atendido: “No te preocupes, es por tu seguridad, para que no te falseen los datos”.
-¡Basta de decirme que no me preocupe, lo único que hago es preocuparme!!! ¿Mi seguridad? Prefiero elegir yo lo que es seguro o no para mí.
-Mirá -explica con tono más calmo y por primera vez más amistoso Carolina-, te conviene sacar el crédito ahora porque con el quilombo de la crisis parece que lo sacan la semana que viene. Sino está bien, a mí no me cambia nada.
-Yo no tengo nada en contra tuyo, pero quiero hablar con alguien más. ¿Está el gerente?
-Está ocupado.
-¿Qué hacen con los datos?
-No te puedo decir esa información.

El gerente seguiría ocupado por tres visitas más, al parecer tiene mucho trabajo en un local en el que sólo hay más de dos o tres clientes los fines de semana. Pese a esto un gerente de Garbarino, otra empresa de venta de electrodomésticos que no utiliza el sistema, explicó que se recurre a la huella digital para saber los antecedentes y deudas del tomador del crédito. El lector está conectado con la central de policía de la zona y con el Veraz (sistema de datos sobre deudores) y de allí se envía y recibe información sobre los clientes.

Sin embargo, parece que este sistema de “seguimiento” de los clientes, es desconocido para los bajos mandos de la policía. Un cabo de la Policía de la Provincia asegura no estar enterado y que el sistema utilizado por ellos aún es el del viejo pianito, donde se pasa el dedo por un tintero y queda la huella de todos los dedos de las manos.

Una vez más el poder del capital, el poder empresario, está a la vanguardia del aparato estatal. De dónde viene la autorización para Frávega, si es que existe, nadie sabe. En la Municipalidad de San Isidro abunda la burocracia pero no las respuestas. Al igual que el gerente, el intendente está siempre “ocupado”, claro, como me dijo una empleada de la recepción del municipio, “está resolviendo los problemas de la gente”.



IVO

sábado, 15 de noviembre de 2008

Los pibes del subte

Acá abajo no es de noche ni de día, las bocinas de los trenes sólo dejan un pequeño espacio en los oídos para escuchar algún flash informativo, el anuncio de la temperatura o el silencio que deja el subte cada vez que sale hacia la próxima estación. Los adultos llegan o se dirigen hacia sus trabajos, hogares, gimnasios; caballos en una carrera que no les permite mirar hacia sus costados. Del otro lado, debajo de la escalera, en los asientos de la inmensa estación de Congreso de Tucumán están los chicos. Tal vez decir chicos, es solo una forma de distinguirlos, sus vidas son aún más difíciles que las de cualquiera de los adultos que salen corriendo del subte sin siquiera notarlos.
Poco les importa lo descrito a estos buscavidas small-size, que al igual que los otros ya terminaron también su jornada y esperan al resto de sus compañeros para tomar el tren hasta sus barrios. No Belgrano, no Palermo; sí Gonzalez Catán, sí Lugano. Sus vestimentas los diferencian de las de los chicos normales. Pantalones gastados, zapatillas casi sin suela, la misma remera por generaciones de hermanos, demuestran que la ropa no es su mayor contrariedad.
“Dale guacho, andá a llamar a tu hermano que ya no vamos”, le ordena uno de los más grandes a otro chiquito que sale sacando chispas contra los azulejos del anden. Jony, el más grande (14 años), cuenta que hace tiempo trabaja en el subte. Primero repartía tarjetas, luego malabares, hasta que un día una señora le regaló un acordeón. De allí en adelante no se separó de su instrumento y alegra los viajes de los pasajeros cantando “Los caminos de la vida”. Mucho tiene que ver su vida con la canción, cuida de sus cuatro hermanos más chicos y de su madre que ya no trabaja como empleada doméstica. Pero a la canción le falta un padre, ex obrero de la construcción, que quedó rengo por accidente mientras remodelaban “uno de esos edificio grandes y naranjas que hay por puerto madero”.

Parece una gran familia la que se reúne aquí cada día, sin embargo, como en cualquier trabajo, conviven personas de todos los lugares. Mientras Jony junta a sus hermanos, saluda a Nicolás, un muchacho más grande que encontró en la venta una forma de ganarse la vida. “Trapos, cuadernos, stickers, lapiceras, pilas, agujas, colitas para el pelo”, todo tipo de productos que lo ayudan a comprarse los remedios para la epilepsia. “Una vez le dio un ataque cuando esperaba el subte, acá, ahí al ladito de donde estás vos parado, je. Yo lo rescate, le entré dar de cachetadas par que se recupere y a agarrarle la lengua para que no se la trague y muera asfixiado”, relata Jony. Mientras, Nico lo escucha, sonríe y se despide de nosotros para subir al último subte. Detrás de ellos, los chicos y chicas, de entre tres y trece años siguen llegando. Ahora son casi quince, el recuento dice que faltan tres y ya estarán listos para partir.

Los “pibes del subte”, como se llaman ellos, ubican varias categorías dentro del mundo subterráneo. El primer eslabón de la cadena son los pasajeros, para ellos todos iguales y anónimos, más allá de algún gesto de generosidad particular que difícilmente es recordado luego de dos o tres días. Después están los guardias, y el personal de cada estación; y en particular, de la terminal. Ellos son los que los cuidan, de alguna forma son sus mayores. Algunos los quieren , otros ni les hablan y hacen lo posible por ahuyentarlos. Finalmente, están sus compañeros. Hay varias familias que se dividen el reino del minotopo y respetan ciertos códigos, como el de no entrar a vender al vagón cuando haya otro haciendo su gracia (tanto vendiendo como cantando, o pidiendo). La familia de Jony sólo está en la línea D.

La estación ya parece desierta, los trenes que llegan bajan diez, veinte pasajeros. El calor ahoga los gritos de los chicos que se entretienen con una pelota de tenis, jugando al fútbol. Todos tendrían que estar en el colegio, ninguno va, algunos dicen haber ido “hasta que no dio para más”. De ahí que las primeras novias y los novios se formaron acá. Las chicas lanzan la primera piedra: “ A Juanito lo conocí cuando empezó con los malabares”, recuerda María, mientras ensaya una sonrisa sin ninguna dificultad luego de doce horas de trabajo.

“Llegamos acá a las diez de la mañana y hasta la noche no nos vamos, en invierno ni el día vemos”. Hay una situación que los chicos más grandes apenas se animan a contar. Es la de los “empleadores”-si se les puede llamar así-, aquellos que reclutan a los niños más chicos (desde los tres años) y los explotan a cambio de una pequeña parte de lo ganado en el día. Esto resulta efectivo para sus madres, muchas veces las empleadoras, que ganan cierto dinero extra, fundamental para mantener las urgencias de su precario hogar. De este modo los chicos dejan de ir a la escuela, o pierden años y repiten por ir a trabajar, la vieja y conocida historia de siempre, pero en una nueva y más cruenta versión, a la que se le pueden agregar los casos de sordera por la insalubre situación que pasan bajo tierra.

Llega Pablo, el último que faltaba al grupo, los demás lo cargan, le preguntan si se quedó durmiendo por algún vagón o si se pasó con “el poxi”. Los veo caminar juntos, subir la escalera mecánica. Se empujan, hacen chistes, cada uno con su mochila. Suena un timbre, una bocina, parece que recién salen de la escuela y juegan una carrera para ver quien llega antes a comer.





IVO

jueves, 30 de octubre de 2008

Cuatrocientos mil

Reynaldo Sietecase
30.10.2008


Son un ejército de fantasmas. No tienen educación. No tienen trabajo. No tienen abrazos. No tienen futuro. Son los empachados de hambre. Son los pibes sin calma. Mueren como moscas. Viven como moscas. Algunos de ellos, con la cabeza rota por el paco y el alcohol, a veces matan. Sólo en ese momento se hacen visibles para el resto de la sociedad.

En la provincia de Buenos Aires, según el gobernador Daniel Scioli, suman cuatrocientos mil. De esa cantera del desamparo salen “ladrones y asesinos” cada vez más pequeños. Las soluciones propuestas por la dirigencia política tienen una simpleza que espanta. “Hay que encerrarlos.” Hay que evitar que “entren por una puerta y salgan por otra”. Esas cosas dicen los que dicen que saben. Todos opinan desde lejos, como si esos chicos fuesen parte de un imprevisto proceso inmigratorio que invadió en los últimos meses el territorio nacional. Como si esos pibes no fueran el producto del deterioro social, la injusticia y la violencia. Como si no fueran nuestros y no sufrieran la falta de políticas de inclusión.

Cuatrocientos mil chicos que no estudian ni trabajan. Esa cifra, en lugar de promover un debate profundo sobre la inequidad o una declaración de emergencia social con medidas urgentes apuntadas a la infancia, sólo generó propuestas para bajar la edad de imputabilidad y reclamos de mayor dureza judicial. Un estudio realizado el año pasado por el Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina señala que seis de cada diez niños o adolescentes viven en hogares vulnerables; tres de cada diez se desarrollan en familias que no pueden atender su salud y cuatro de cada diez están en hogares que tienen problemas para alimentarlos. Cuatrocientos mil chicos que no hacen nada de nada. Con esa cifra es un milagro que los ataques no sean muchos más.

“Nunca hubo la violencia que existe en este momento. Las calles están llenas de chicos armados, alcoholizados, drogados. Las casas están llenas de chicos maltratados y abusados física y psicológicamente.” La frase le pertenece a Rodolfo Brizuela, desde hace catorce años juez de menores en La Matanza. Brizuela habla por su experiencia pero también por su historia; hijo de madre soltera, cuando era niño estuvo dos años internado en un Instituto de Menores. Alguna vez contó que a la hora de llegar ya le habían pegado. Para el juez, los lugares de contención que existen en Buenos Aires son un desastre: “No están mal, están peor que mal”, y asegura que la problemática de los delitos juveniles tiene que ser abordada también como una cuestión de salud pública: “En el noventa y ocho por ciento de los casos violentos que pasan por mi juzgado está la droga”.

La discusión, en lugar de ser amplia y profunda, es maniquea y tramposa. Algunos exponentes de la derecha paleolítica exigen que se trate a los pibes que delinquen como si fuesen adultos y, del otro lado, los abolicionistas de manual aseguran que no se les puede asignar ninguna responsabilidad penal a los menores. Estamos entre Blumberg y Zaffaroni. En el medio, se pueden encontrar las posturas más sensatas. Emilio García Méndez, diputado por Solidaridad e Igualdad y destacado especialista en menores y adolescentes, recordó que la Argentina es el único país de América Latina que no tiene un sistema de responsabilidad penal juvenil.

En la actualidad, los menores son tratados según un decreto de la última dictadura (22278/80). Cuando tienen entre 16 y 18 años se los somete a un tratamiento tutelar que, si da resultado, habilita a que se los entreguen a sus padres, y si no funciona quedan demorados en algún instituto y se los juzga como adultos, a los 18 años, por los delitos que cometieron siendo menores. El contenido del tratamiento tutelar es un misterio, pero a la luz de los resultados se puede afirmar que para que dé resultado hay que tener dinero. Entre los 1.800 menores en custodia del Estado no hay ninguno de clase media o alta.

“Un sistema de responsabilidad penal juvenil, como existe en Colombia, Ecuador o Brasil, habilita a que los chicos que cometen un delito grave –como un asesinato– se los juzgue con un debido proceso. Es decir, con un fiscal que los acuse, un abogado que los defienda y un juez que les dicte sentencia. Con esta norma, los menores (por ejemplo de 14 a 18 años) que cometan un delito grave deben hacerse cargo ante la Justicia, pero no serán tratados como adultos”, explica García Méndez. En Brasil, por ejemplo, la responsabilidad penal va de los 12 a los 18 años, se aplican trabajos comunitarios para los delitos menores y la pena máxima de prisión es de tres años.

Hay una veintena de proyectos en el Congreso que prevén algún tipo de sistema de responsabilidad penal para jóvenes que delinquen. Casi todas las bancadas políticas presentaron alguno. Los proyectos existen, pero no se tratan. La CTA, el Movimiento de los Chicos del Pueblo y el ARI, entre otras organizaciones, tienen propuestas de subsidios universales para la infancia. Hay propuestas pero no se discuten. Las aguas parlamentarias sólo se agitan cuando se produce un hecho criminal con amplia repercusión mediática. Mientras tanto, en el tiempo que demoraste en leer esta nota alguno de esos chicos abandonados a su suerte tomó un arma y no hicimos nada para detenerlo.

martes, 21 de octubre de 2008

Amalgamas

Amalia Agustina Andrada acumulaba andanzas alunizadas, aventuras que nunca alcanzaba. A veces se abría y avanzaba y otras hasta ahí. Las aves le agradaban, ahí, sobre la alambrada.
Así, aquel atardecer, alardeando aventuras atrapó a Adam. Acróbata de Alabama, atento y ambicioso, anteojos usaba, además, anhelaba experiencias agitadas. Aviones, aeroplanos, aeronaves, hasta alturas impensadas. Más allá que las hadas, ambos agarrados de las alas andaban, ansiaban el alba.
La aventura de Ana y Adam hace acordar a los años de antaño, acerca de amores anteriores a cuerpos que los ataran, sólo dos almas y una amalgama.



IVO

sábado, 11 de octubre de 2008

ANDRÉS CRISCAUT OPINA SOBRE LA CRISIS DE BOLIVIA

“Hay una capa por debajo de la que no se tiene tanta información”

La Republica de Bolivia atraviesa una crisis social histórica con el intento secesionista de los departamentos de Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando. Detrás del discurso de sus gobernadores, se esconden intereses económicos de un pequeño sector que ve peligrar sus ganancias extraordinarias. Andrés Criscaut -especialista en política internacional egresado de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, encargado de Prensa de Naciones Unidas para la región y columnista del suplemento cultural ADN de La Nación- desmenuza desde su particular mirada la complejidad del conflicto.

Ahora parece que la situación en Bolivia está más calma, pero, ¿cree que otro intento de desestabilización del Poder Ejecutivo es simplemente una cuestión de tiempo?
Sí. La situación en Bolivia está muy polarizada, si bien ahora la cosa está calmada, no se va a mantener así por mucho tiempo. Hay diferencias históricas entre la zona denominada “Medialuna fértil” y el resto del territorio. Es muy importante entender la cuestión de la legitimidad y el uso de la fuerza de las provincias autonomistas, es decir; ver hasta qué punto llega un sector que detenta el uso del aparato estatal (de las provincias separatistas) para llevar a cabo sus planes económicos.
Además de su posición pro indígena, el Gobierno boliviano tiene una clara orientación marxista que lo aleja de los presidentes de Brasil, Chile, Argentina y Uruguay. Sin embargo; todos se han reunido para apoyarlo: ¿Cuán verdadero es ese apoyo? ¿Estarían estos países dispuestos a ir más allá de una simple declaración en caso de que sea necesario?
Yo diría neo marxista o de tendencia marxista socialista, con todo lo que eso significa en el siglo XXI. A pesar de no haber militado en ningún partido, el vicepresidente Álvaro García Linera tiene una interesante formación en el socialismo por su profesión de sociólogo. La cuestión del reclamo por la distribución de la tierra y otros aspectos lo alinean con estas ideas.
Si bien se firmó el apoyo de los países sudamericanos a Evo Morales, hay empresas transnacionales que están muy ligadas al sector energético como YPF Repsol, o Petrobras. ¿Qué diferencias puede haber entre la política exterior de Brasil y la de su empresa estatal de petróleo?. Hay una capa por debajo de la que no se tiene tanta información. Habría que ver que pesa más, si la relación diplomática entre los países o el interés capitalista de las empresas trasnacionales.
Si bien se han dado intentos secesionistas en varios lugares del mundo durante los últimos tiempos, América Latina parecía un territorio lejano a esas problemáticas; ¿Por qué ahora?
Hay un crecimiento de la opinión publica en América Latina que le dificulta a Occidente –Estados Unidos y Europa- los factores de control. Puede haber cierto paralelismo pero no se puede hablar de una Guerra Fría, ya que no se debate entre dos modelos ideológicos, sino que la batalla es geopolítica. Estos nuevos gobiernos latinoamericanos con ciertos rasgos populistas tratan de enfrentarse a EEUU en algunos aspectos, pero no hay una alternativa diferente de sistema.
En este marco, hay un nuevo tipo de aplicación de mecánicas sobre América Latina por parte de Occidente, -y por esto Kosovo sienta un precedente muy importante ya que EEUU fue el primero en reconocer su independencia-, en el que si no se puede controlar el Estado, se fomentan y financian intentos separatistas de una pequeña porción del territorio rica en yacimientos energéticos y con ideas liberales importadas de Occidente. Mientras más chico, menos gente para repartir las ganancias y más fácil de controlar es el país.


NICOLÁS VIGARELLI IVÁN GÓMEZ

viernes, 10 de octubre de 2008

Manifiesto Dadaísta


por Tristán Tzara



La magia de una palabra—
—DADA—, que ha puesto a los periodistas
ante la puerta de un mundo
imprevisto, no tiene para nosotros
ninguna importancia

Para lanzar un manifiesto es necesario:
A, B,C.

irritarse y aguzar las alas para conquistar y propagar muchos pequeños y grandes a, b, c, y afirmar, gritar, blasfemar, acomodar la prosa en forma de obviedad absoluta, irrefutable, probar el propio non plus ultra y sostener que la novedad se asemeja a la vida como la última aparición de una cocotte prueba la esencia de Dios. En efecto, su existencia ya fue demostrada por el acordeón, por el paisaje y por la palabra dulce. Imponer el propio A.B.C. es algo natural, y, por ello, deplorable. Pero todos lo hacen bajo la forma de cristal-bluff-madonna o de sistema monetario, de producto farmacéutico o de piernas desnudas invitantes a la primavera ardiente y estéril. El amor por lo nuevo es una cruz simpática que revela un amiquemeimportismo, signo sin causa, frágil y positivo. Pero también esta necesidad ha envejecido. Es necesario animar el arte con la suprema simplicidad: novedad. Se es humano y auténtico por diversión, se es impulsivo y vibrante para crucificar el aburrimiento. En las encrucijadas de las luces, vigilantes y atentas, espiando los años en el bosque. Yo escribo un manifiesto y no quiero nada y, sin embargo, digo algunas cosas y por principio estoy contra los manifiestos, como, por lo demás, también estoy contra los principios, decilitros para medir el valor moral de cada frase. Demasiado cómodo: la aproximación fue inventada por los impresionistas. Escribo este manifiesto para demostrar cómo se pueden llevar a cabo al mismo tiempo las acciones más contradic­torias con un único y fresco aliento; estoy contra la acción y a favor de la contradicción continua, pero también estoy por la afirmación. No estoy ni por el pro ni por el contra y no quiero explicar a nadie por qué odio el sentido común.

DADA— he aquí la palabra que lleva las ideas a la caza; todo burgués se siente dramaturgo, inventa distintos discursos y, en lugar de poner en su lugar a los personajes convenientes a la calidad de su inteligencia, crisálidas en sus sillas, busca las causas y los fines (según el método psicoanalítico que practica) para dar consistencia a su trama, historia que habla y se define. El espectador que trata de explicar una palabra es un intrigante: (conocer). Desde el refugio enguatado de las complicaciones serpentinas hace manipular sus propios instintos. De aquí nacen las desgracias de la vida conyugal.

Explicar: diversión de los vientres rojos con los molinos de los cráneos vacíos.

Dada no significa nada

Si alguien lo considera inútil, si alguien no quiere perder tiempo por una palabra que no significa nada….El primer pensamiento que se agita en estas cabezas es de orden bacteriológico…, hallar su origen etimológico, histórico o psicológico por lo menos. Por los periódicos sabemos que los negros Kru llaman al rabo de la vaca sagrada: DADA. El cubo y la madre en una cierta comarca de Italia reciben el nombre de DADA. Un caballo de madera, la nodriza, la doble afirmación en ruso y en rumano DADA. Sabios periodistas ven en todo ello un arte para niños, otros santones jesúshablaalosniños, el retorno a un primitivismo seco y estrepitoso, estrepitoso y monótono. No es posible construir la sensibilidad sobre una palabra. Todo sistema converge hacia una aburrida perfección, estancada idea de una ciénaga dorada, relativo producto humano. La obra de arte no debe ser la belleza en sí misma porque la belleza ha muerto; ni alegre; ni alegre ni triste, ni clara ni oscura, no debe divertir ni maltratar a las personas individuales sirviéndoles pastiches de santas aureolas o los sudores de una carrera en arco a través de las atmósferas. Una obra de arte nunca es bella por decreto, objetivamente y para todos. Por ello, la crítica es inútil, no existe más que subjetivamente, sin el mínimo carácter de genera­lidad. ¿Hay quien crea haber encontrado la base psíquica común a toda la humanidad? El texto de Jesús y la Biblia recubren con sus amplias y benévolas alas: la mierda, las bestias, los días. ¿Cómo se puede poner orden en el caos de infinitas e informes variaciones que es el hombre? El principio «ama a tu prójimo» es una hipocresía. «Conócete a ti mismo» es una utopia más aceptable porque también contiene la maldad. Nada de piedad. Después de la matanza todavía nos queda la esperanza de una humanidad purificada. Yo hablo siempre de mí porque no quiero convencer. No tengo derecho a arrastrar a nadie a mi río, yo no obligo a nadie a que me siga. Cada cual hace su arte a su modo y manera, o conociendo el gozo de subir como una flecha hacia astrales reposos o el de descender a las minas donde brotan flores de cadáveres y de fértiles espasmos. Estalactitas: buscarlas por doquier, en los pesebres ensanchados por el dolor, con los ojos blancos como las liebres de los ángeles.

Así nació DADA, de una necesidad de independencia, de des­confianza hacía la comunidad. Los que están con nosotros conservan su libertad. No reconocemos ninguna teoría. Basta de academias cubistas y futuristas, laboratorios de ideas formales. ¿Sirve el arte para amontonar dinero y acariciar a los gentiles burgueses? Las rimas acuerdan su tintineo con las monedas y la musicalidad resbala a lo largo de la línea del vientre visto de perfil. Todos los grupos de artistas han ido a parar a este banco a pesar de cabalgar distintos cometas. Se trata de una puerta abierta a las posibilidades de revolcarse entre muelles almohadones y una buena mesa.
Aquí echamos el ancla en la tierra feraz. Aquí tenemos derecho a proclamar esto porque hemos conocido los escalofríos y el desper­tar. Fantasmas ebrios de energía, hincamos el tridente en la carne distraída. Rebosamos de maldiciones en la tropical abundancia de vertiginosas vegetaciones: goma y lluvia es nuestro sudor, sangramos y quemamos la sed.

Nuestra sangre es vigorosa.

El cubismo nació del simple modo de mirar un objeto: Cezanne pintaba una taza veinte centímetros más abajo de sus ojos, los cubistas la miran desde arriba complicando su aspecto sección perpendicular que sitúan a un lado con habilidad.. me olvido de los creadores ni de las grandes razones de la a. que ellos hicieron definitivas). El futurismo ve la misma traza un movimiento sucesivo de objetos uno al lado del otro, añadiéndole maliciosamente alguna línea—fuerza. Eso no quita que la buena o mala, sea siempre una inversión de capitales intelectuales.

El nuevo pintor crea un mundo cuyos elementos son sus mismos medios, una obra sobria y definida, sin argumento. El artista nuevo protesta: ya no pinta (reproducción simbólica e ilusionista), sino que crea directamente en piedra, madera, hierro, estaño, bloques de organismos móviles a los que el límpido viento de las a inmediatas sensaciones hacer dar vueltas en todos los sentidos.

Toda obra pictórica o plástica es inútil; que, por lo u sea un monstruo capaz de dar miedo a los espíritus serviles y no algo dulzarrón para servir de ornamento a los refectorios de esos animales vestidos de paisano que ilustran tan bien esa fábula triste de la humanidad.

Un cuadro es el arte que se encuentren dos líneas geométricas que se ha comprobado que son paralelas, hacer que se encuentren en un lienzo, ante nuestros ojos, en una realidad que nos traslada a un mundo de otras condiciones y posibilidades. Este mundo no esta especificado ni definido en la obra, pertenece en sus innumerables variaciones al espectador. Para su creador la obra carece de causa y de teoría. Orden = desorden; yo = no-yo; afirmación = negación; éstos son los fulgores supremos de un arte absoluto. Absoluto en la pureza de cósmico y ordenado caos, eterno en el instante globular sin duración, sin respiración, sin luz y sin control.

Amo una obra antigua por su novedad. Tan sólo el contraste nos liga al pasado. Los escritores que enseñan la moral y discuten o mejoran la base psicológica, tienen, aparte del deseo oculto del beneficio, un conocimiento ridículo de la vida que ellos han clasificado, subdividido y canalizado.

Se empeñan en querer ver danzar las categorías apenas se ponen a marcar el compás. Sus lectores se carcajean y siguen adelante: ¿con qué fin? Hay una literatura que no llega a la masa voraz. Obras de creadores nacidas de una auténtica necesidad del autor y sólo en función de sí mismo. Consciencia de un supremo egoísmo, en el que cualquier otra ley queda anulada.

Cada página debe abrirse con furia, ya sea por serios motivos, profundos y pesados, ya sea por el vórtice y el vértigo, lo nuevo y lo eterno, la aplastante espontaneidad verbal, el entusiasmo de los principios, o por los modos de la prensa. He ahí un mundo vacilante que huye, atado a los cascabeles de la gama infernal, y he ahí, por otro lado, los hombres nuevos, rudos, cabalgando a lomos de los sollozos.

He ahí un mundo mutilado y los medicuchos literarios preocu­pados por mejorarlo. Yo os digo: no hay un comienzo y nosotros no temblamos, no somos unos sentimentales. Nosotros desgarramos como un furioso viento la ropa de las nubes y de las plegarias y preparamos el gran espectáculo del desastre, el incendio, la des­composición. Preparamos la supresión del dolor y sustituimos las lágrimas por sirenas tendidas de un continente a otro. Banderas dc intensa alegría viudas de la tristeza del veneno. DADA es la enseñanza de la abstracción; la publicidad y los negocios también son elementos poéticos.

Yo destruyo los cajones del cerebro y los de la organización social: desmoralizar por doquier y arrojar la mano del cielo al infierno, los ojos del infierno al cielo, restablecer la rueda fecunda de un circo universal en las potencias reales y en la fantasía individual.

La filosofía, he ahí el problema: por qué lado hay que empezar a mirar la vida, Dios, la idea y cualquier otra cosa. Todo lo que se ve es falso. Yo no creo que el resultado negativo sea más importante que la elección entre el dulce y las cerezas como postre. El modo de mirar con rapidez la otra cara dc una cosa para imponer directamente la propia opinión se llama dialéctica, o sea, el modo de regatear el espíritu de las patatas frutas bailando a su alrededor la danza del método.

Si yo grito:

IDEAL, IDEAL, IDEAL,
conocimiento, conocimiento, conocimiento
bumbúm, bumbúm, bumbúm,
registro con suficiente exactitud el progreso, la ley, la moral y todas las demás bellas cualidades de que tantas personas inteligentil han discutido en tantos libros para llegar, al fin, a confesar que cada uno, del mismo modo, no ha hecho más que bailar al compas de su propio y personal bumbúm y que, desde el punto de vista de tal bumbúm, tiene toda la razón: satisfacción de una curiosidad morbosa, timbre privado para necesidades inexplicables; baño; dificultades pecuniarias; estómago con repercusiones en la ‘ida; autoridad de la varita mística formulada en el grupo de una orquesta fantasma de arcos mudos engrasados con filtros a base de amoniaco animal. Con los impertinentes azules de un ángel han enterrado la interioridad por cuatro perras de unánime reconocimiento.

Si todos tienen razón, y si todas las píldoras son píldoras Pínk., tratemos de no tener razón. En general, se cree poder explicar racionalmente con el pensamiento lo que se escribe. Todo esto es relativo. El pensamiento es una bonita cosa para la filosofía, pero es relativo. El psicoanálisis es una enfermedad dañina, que adormece las tendencias antirreales del hombre y hace de la burguesía un sistema. No hay una Verdad definitiva. La dialéctica a una máquina divertida que nos ha llevado de un modo bastante trivial a las opiniones que hubiéramos tenido de otro modo.

¿Hay alguien que crea, mediante el refinamiento minucioso de la lógica,, haber demostrado la verdad de sus opiniones? La lógica constreñida por los sentidos es una enfermedad orgánica. A este elemento los filósofos se complacen en añadir el poder de observación. Pero justamente esta magnífica cualidad del espíritu es la prueba de su impotencia. Se observa, se mira desde uno o varios puntos de vista y se elige un determinado punto entre millones de ellos que igualmente existen. La experiencia también es un resultado del azar y de las facultades individuales.

La ciencia me repugna desde el momento en que se transforma en sistema especulativo y pierde su carácter de utilidad, que, aun siendo inútil, es, sin embargo, individual. Yo odio la crasa objetividad y la armonía, esta ciencia que halla que todo está en orden: continuad, muchachos, humanidad... La ciencia nos dice que somos los servidores de la naturaleza: Todo está en orden, haced el amor y rompeos la cabeza; continuad, muchachos, hombres, amables burgueses, periodistas vírgenes... Yo estoy contra los sistemas: el único sistema todavía aceptable es el de no tener sistemas. Completarse, perfeccionarse en nuestra pequeñez hasta colmar el vaso de nuestro yo, valor para combatir en pro y en contra del pensamiento, misterio de pan, desencallamiento súbito de una hélice infernal hacia lirios baratos.

La espontaneidad dadaísta

Yo llamo amíquémeimportismo a una manera de vivir en la que cada cual conserva sus propias condiciones respetando, no obstante, salvo en caso de defensa, las otras individualidades, el twostep que se convierte en himno nacional, las tiendas de antigüallas, el T.S.H., el teléfono sin hilos, que transmite las fugas de Bach, los anuncios luminosos, los carteles de prostíbulos, el órgano que difunde claveles para el buen Dios y todo esto, todo junto, y realmente sustituyendo a la fotografía y al catecismo unilateral.

La simplificidad activa.

La impotencia para discernir entre los grados de claridad: lamer la penumbra y flotar en la gran boca llena de miel y de excrementos. Medida con la escala de lo Eterno, toda acción es vana (si dejamos que el pensamiento corra una aventura cuyo resultado sería infinita­mente grotesco; dato, también éste, importante para el conocimiento de la humana impotencia). Pero si la vida es una pésima farsa sin fin ni parto inicial, y como creemos salir de ella decentemente como crisantemos lavados, proclamamos el arte como única base de entendimiento. No importa que nosotros, caballeros del espíritu, le dediquemos desde siglos nuestros refunfuños. El arte no aflige a nadie y a aquellos que sepan interesarse por el recibirán, con sus caricias, una buena ocasión de poblar el país con su conservación. El arte es algo privado y el artista lo hace para si mismo; una obra comprensible es el producto de periodistas.

Y me gusta mezclar en este momento con tal monstruosidad los colores al mezclar en este momento con tal monstruosidad los colores al óleo: un tubo de papel de plata, que, si se aprieta, vierte automáticamente odio, cobardía, y villanía. El artista, el poeta aprecia el veneno de la masa condensada en un jefe de sección de esta industria. Es feliz si se le insulta: eso es como una prueba de su coherencia. El autor, el artista elogiado por los periódicos, comprueba la comprensibilidad de su obra: miserable forro de un abrigo destinado a la utilidad publica: andrajos que cubren la brutalidad, meadas que colaboran al calor de un animal que incuba sus bajos instintos, fofa a insípida carne que se múltipla con la ayuda de los microbios tipográficos. Hemos tratado con dureza nuestra inclinación a las lagrimas. Toda filtración de esa naturaleza no es mas que diarrea almibarada. Alentar un arte semejante significa diferirlo. Nos hacen falta obras fuertes, rectas, precisas y, mas que nunca, incomprensibles. La lógica es una complicación. La lógica siempre es falsa. Ella guía los hilos de las nociones, las palabras en su forma exterior hacia las conclusiones de los centros ilusorios. Sus cadenas matan, minirapodo gigante que asfixia a la independencia. Ligado a la lógica, el arte viviría en el incesto, tragándose su propia cola, su cuerpo, fornicando consigo mismo, y el genio se volvería una pesadilla alquitranada de protestantismo, un monumento, una marcha de intestinos grisáceos y pesados.

Pero la soltura, el entusiasmo y la misma alegria de la injusticia, esa pequeña verdad que nosotros practicamos con inocencia y que nos hace bellos (somos sutiles, nuestros dedos son maleables y resbalan como las ramas de esta planta insinuante y casi liquida) caracterizan nuestra alma, dicen los cinicos. Tambien ese es un punto de vista, pero no todas las flores, por fortuna, son sagradas, y lo que hay de divino en nosotros es el comienzo de la accion antihumana. Se trata, aquí, de una flor de papel para el ojal de los señores que frecuentan el baile de disfraces de la vida, cocina de la gracia, con blancas primas agiles o gordas. Esta gente comercio con lo que hemos desechado. Contradicción y unidad de las estrellas polares en un solo chorro pueden ser verdad, supuesto que alguien insista en pronunciar esta banalidad, apéndice de una moralidad libidinosa y maloliente. La moral consume, como todos los azotes de la inteligencia. El control de la moral y de la logica nos han impuesto la impasibilidad ante los agentes de policia, causa de nuestra esclavitud, putridas ratas de las que esta repleto el vientre de la burguesia, y que han infectado los unicos corredores de nítido y transparente cristal que aun seguían abiertos a los artistas.
Todo hombre debe gritar. Hay una gran tarea destructiva, negativa por hacer. Barrer, asear. La plenitud del individuo se afirma a continuación de un estado de locura, de locura agresiva y completa de un mundo confiado a las manos de los bandidos que se desgarran y destruyen los siglos. Sin fin ni designio, sin organización: la locura indomable, la descomposición. Los fuertes sobreviviran gracias a su voz vigorosa, pues son vivos en la defensa. La agilidad de los miembros y de los sentimientos flamea en sus flancos prismáticos.

La moral ha determinado la caridad y la piedad, dos bolas de sebo que han crecido, como elefantes, planetas, y que, aun hoy, son consideradas validas. Pero la bondad no tienen nada que ver con ellas. La bondad es lucida, clara y decidida, despiadada con el compromiso y la política. La moralidad es como una infusión de chocolate en las venas de los hombres. Esto no fue impuesto por una fuerza sobrenatural, sino por los trusts de los mercaderes de ideas, por los acaparadores universitarios. Sentimentalidad: viendo un grupo de hombres que se pelean y se aburren, ellos inventaron el calendario y el medicamento de la sabiduría. Pegando etiquetas se desencadeno la batalla de los filósofos (mercantilismo, balanza, medidas meticulosas y mezquinas) y por segunda vez se comprendió que la piedad es un sentimiento, como al diarrea en relación con el asco que arruina la salud, que inmunda tarea de carroñas para comprometer al sol.
Yo proclamo la oposición de todas las facultades cósmicas a tal blenorragia de putrido sol salido de las fabricas del pensamiento filosófico, y proclamo la lucha encarnizada con todos los medios del

Asco dadaísta
Toda forma de asco susceptible de convertirse en negación de la familia es Dada; la protesta a puñetazos de todo el ser entregado a una acción destructiva es Dada; el conocimiento de todos los medios hasta hoy rechazados por el pudor sexual, por el compromiso demasiado cómodo y por la cortesía es Dada; la abolición de la lógica, la danza de los impotentes de la creación es Dada; la abolición de la lógica, la danza de los impotentes de la creación es Dada; la abolición de toda jerarquía y de toda ecuación social de valores establecida entre los siervos que se hallan entre nosotros los siervos es Dada; todo objeto, todos los objetos, los sentimientos y las oscuridades, las apariciones y el choque preciso de las líneas paralelas son medios de lucha Dada; abolición de la memoria: Dada; abolición del futuro: Dada; confianza indiscutible en todo dios producto inmediato de la espontaneidad: Dada; salto elegante y sin prejuicios de una armonía a otra esfera; trayectoria de una palabra lanzada como un disco, grito sonoro; respeto de todas las individualidades en la momentánea locura de cada uno de sus sentimientos, serios o temerosos, tímidos o ardientes, vigorosos, decididos, entusiastas; despojar la propia iglesia de todo accesorio inútil y pesado; escupir como una cascada luminosa el pensamiento descortes o amoroso, o bien, complaciéndose en ello, mimarlo con la misma identidad, lo que es lo mismo, en un matorral puro de insectos para una noble sangre, dorado por los cuerpos de los arcángeles y por su alma. Libertad: DADA, DADA, DADA, aullido de colores encrespados, encuentro de todos los contrarios y de todas las contradicciones, de todo motivo grotesco, de toda incoherencia: LA VIDA.































sábado, 27 de septiembre de 2008

Sobre el día de la tradición... por Julieta Pinasco

El escritor y filosofo alemán Walter Benjamin fue exiliado. Vago por infinitas ciudades europeas llevando en sus maletas lo que le había quedado de su patria barrida por el nazismo: sus papeles y sus libros. Este hombre, apasionadamente desesperanzado, decía:
“Nos hemos hecho pobres. Hemos ido entregando una porción tras otra de la herencia de la humanidad, con frecuencia teniendo que dejarla en la casa de empeño, por cien veces menos de su valor, para que nos adelante la pequeña moneda de lo actual.”
Este hombre intuía como pocos, y lo dejo asentado en las paginas mas brillantes de la filosofía contemporánea, que la sociedad se superficializaba y perdía el contacto con lo que conformaba sus raíces mas profundas.
Conmemoramos hoy el día de la tradición coincidente con el aniversario del nacimiento de José Hernández, autor del Martín Fierro, poema atravesado, desde su escritura y hasta nuestros días, por intencionalidades políticas que transformaron a un gaucho alcohólico y pelador en paradigma de la argentinidad.
Cuando la literatura y la acción política era una unidad, José Hernández, que nunca fue gaucho sino un letrado hombre de cuidad, escribió un poema cuya primera parte le sirvió para denunciar los abusos que sus enemigos políticos encumbrados en el poder ejercían sobre el gaucho, victima inocente que se rebelaba porque esa rebelión era el único y justo camino posible.
Cuando Hernández escribe la segunda parte de su poema, ya es gobierno y cambia su personaje; ya no es un rebelde libertario y proclama a sus hijos y a quienes tiene que oírlo –los gauchos- que deben bajar la cabeza y trabajar en las estancias como peones para servir a la gloria de la patria.
Años mas tarde, la generación del centenario vio, de repente, que su republica, esa que sentían como una posesión personal por derecho propio, era ocupada por los inmigrantes con sus ideologías y costumbres foráneas y peligrosas. Fueron años de exaltación patriótica, de tradiciones nacionales y Leopoldo Lugones, aquel que supo bendecir la hora de la espada de nuestra primera dictadura, proclamo al Martín Fierro como el texto que, ante tanto extranjero, iba a simbolizar los valores fundamentales de la nación.
Cabe entonces preguntarse, en un país que co0nquisto el desierto arrasando a los pobladores originales para repatriar la tierra entre héroes, parientes y conocidos, en un país cuya clase media siempre ha tenido los ojos puestos en modelos llegados del cualquier sitio, en que residen nuestras tradiciones y hasta donde son reales o proyecciones de los deseos de los poderes hegemónicos.
La época actual ha desdibujado el concepto de nación y la identidad se ha visto riesgosamente fragmentada. ¿Qué es, pues, ser argentinos? Hay tantas nociones de argentinidad como argentinos sobre la Tierra. En definitiva. ¿qué es ser nosotros? Concepto solo definible a partir de los otros. Elegir y decidir quienes fuimos, somos y seremos tiene que ver con la apreciación ideológica que hagamos de nuestra historia. No hay origen paradigmático que se pierda en la noche de los tiempos y que desde allí permanezca perfecto e incontaminado. Hay siempre un fluir, un combate, una ruptura, un conflicto de puntos de vista, de verdades particulares, de fuerzas contrapuestas.
El regreso al pasado es imposible y nunca deseable. Pero solo la memoria de lo que fuimos nos permitirá construir nuestra propia identidad, Dice el dicho que si se ignora la historia, se corre el riesgo de repetirla. Y esto es valido para un país, para una institución, para una vida. Pero no por conocerla se sabe que es lo que se debe hacer para resistir al poder que intenta atarnos melancólicamente al pasado.
No se trata de reivindicar tradiciones vacías que nos definirían según cierto discurso dominante. El mate, la chacarera, el caballo y la pulpería, en una cultura que siempre fue predominantemente urbana, tiene más de nostalgia que de realidad. Se trata de rescatar los valores que fundaron cierta idea de patria: la utopía, la entrega, la pasión y un suelo abierto que ofrezca a sus habitantes raíces en el pasado, pero frutos variados para gozar en el porvenir.
Al decir de ese otro gran filosofo del siglo XX, el francés Michael Foucault:
“La historia no busca reconstruir el único centro del que provenimos, esa primera patria donde los metafísicos nos prometen que volveremos, la historia intenta hacer aparecer todas las discontinuidades que nos atraviesan”

viernes, 19 de septiembre de 2008

Elogio de la diferencia

La derecha contemporánea consiste en decir que hay un solo camino y que, por lo tanto, todos dicen lo mismo. Es insostenible. Martín Caparrós.



El viernes pasado escribí una columna –“Cero a la izquierda”– sobre el peligro de que el gobierno dizque progresista de los Kirchner abra el camino a un gobierno más brutalmente de derecha. Me sorprendió la cantidad de comentarios de lectores que insistían en que ya no hay derecha ni izquierda: que es un concepto antiguo. Como decía uno de ellos: “¿Izquierda/derecha, qué es eso? No busquemos tan lejos, la solución está en respetar la Constitución: instituciones fuertes, división de poderes, federalismo, reglas de juego para invertir, aseguramiento estatal de igualdad de oportunidades de alimentación, educación y salud, democracia representativa, alta participación ciudadana. Es decir, la solución es una república, siempre perfeccionable, lejos de los déspotas. En Canadá y Australia no saben de derechas e izquierdas”. Me impresionó que un joven educado pudiera decir eso: una prueba más de cómo la derecha se apoderó del discurso general. En su definición de una “República como Canadá y Australia” –que, de paso, no son repúblicas sino monarquías constitucionales– hay pautas que parecen tan amplias y son tan limitadas: “Reglas de juego para invertir” es algo que sólo una sociedad capitalista de mercado puede necesitar. Y la izquierda –o lo que muchos entendemos por izquierda– define al capitalismo de mercado como el modo en que unos pocos se apropian de las riquezas de todos.


Pero el discurso de la derecha contemporánea consiste en decir que hay un solo camino y que, por lo tanto, todos dicen lo mismo. Es insostenible: la izquierda y la derecha existen y son completamente diferentes. Me parece increíble escribir esto –y sin embargo tantos lectores escribieron lo contrario. Es cierto que el concepto de izquierda es confuso: años de derrotas, versiones, fracciones, vueltas y revueltas lo han complicado mucho. El viernes pasado traté de explicar qué decía cuando decía izquierda con una pequeña lista obvia, y varios me dijeron que sus puntos eran tan de izquierda como de derecha.


Por eso van aquí algunos ejemplos a propósito de aquella lista: ciertos puntos muy básicos para establecer diferencias. Allí decía que cuando digo izquierda hablo de los que eligen creer que no tiene que haber ricos y pobres –que la diferencia entre los que tienen más y los que menos, si la hay, debe ser muy escasa. (La derecha nunca tuvo problemas con que haya ricos y pobres. Suele presentar la riqueza capitalista como recompensa del esfuerzo; Marx la describió como una forma de apropiación de la fuerza de trabajo ajena, y la izquierda cree que debería desaparecer. Muchos creemos que no debería existir la propiedad privada: todo es de todos y cada cual lo usa como necesita. Es difícil imaginarlo; también era difícil imaginar un mundo sin esclavos o sin reyes).


Que todas las personas deben tener las mismas posibilidades de alojarse, curarse, aprender, trabajar, desarrollarse, y que el Estado sirve para garantizarlo. (La derecha propone, en todas partes, que el Estado debe inmiscuirse lo menos posible en esas cuestiones. En el país más rico del mundo, Estados Unidos, la derecha en el poder ha conseguido que haya más de 30 millones sin cobertura médica, y lo defiende. En Buenos Aires, la semana pasada, el gobierno municipal retiró las becas de 30 mil chicos pobres).


Que debe haber formas reales de participación de los ciudadanos en las decisiones políticas y en el control del gobierno. (La derecha trata de limitar esa participación a la pura delegación –cuando no se erige en dictadura– y habla siempre de esas “instituciones fuertes” que usa para controlar a la población o para desinteresarla de la política. La izquierda cree en la política como participación –aunque muchos gobiernos que se dijeron de izquierda llevaron la tiranía a límites inmejorables.)


Que la Justicia debe hacer justicia. (La derecha querría que este mismo sistema judicial funcionara con más premura y transparencia. En este sistema judicial un rico con un abogado caro tiene una ventaja absoluta sobre un pobre. Y lo que se llama justicia es una construcción ideológica que defiende la propiedad privada, la autoridad, la familia, esas cosas.)


Que ninguna institución religiosa o militar o económica puede imponer sus normas a los ciudadanos. (En la Argentina actual, por ejemplo, el Gobierno permite que la Iglesia le fije la agenda en muchos temas: la cuestión del aborto, entre otras, desapareció del discurso oficial porque Roma lo impuso, y no sólo en Mendoza. Un gobierno de izquierda convocaría a referendos sobre los temas en debate y dejaría que la población decidiera.)


Que el nacimiento, el género, las preferencias sexuales no deben definir el tratamiento que cada cual recibe de los otros. (En los últimos años, la derecha ha oído estos planteos; el resultado es la fantochada de la corrección política, por la cual un negro pasa a ser un afrodescendiente –aunque siga igual de pobre. En la Argentina, por ejemplo, es delito llamar bolita a un boliviano –pero no es delito hacerlo trabajar diez horas diarias por un salario ínfimo.)


Que las personas son más importantes que las patrias. (La patria siempre ha sido el refugio de los canallas de la derecha. En la Alemania de Hitler, la España de Franco, la URSS de Stalin, millones murieron “por la patria”. Aquí, un partido bastante popular definió que primero estaba la patria, después el movimiento, al final los hombres.)


Y esta idea de que no hay izquierda ni derecha tiene un corolario habitual, que un lector retomó con una frase muy en boga. Dijo que “la honestidad no es de derecha ni de izquierda”, y le agregó “como un globo no es ni rojo ni azul, es un globo”. De acuerdo: un globo es un globo, una bolsa de plástico con su boca chiquita que, soplado, guarda aire; el aire lo redondea y le da esa forma que solemos identificar con la palabra “globo”. Todos los globos son eso, pero un globo rojo dice lo contrario que un globo azul en la cancha de Boca, por ejemplo, o en cualquier otro lado. El ser rojo o el ser azul hacen que el globo –que sigue siendo un globo– tenga significados completamente diferentes: realice acciones diferentes.


La honestidad es esa cualidad de quien no quiere apoderarse de lo que no le corresponde por ley o por moral o por costumbre. Y, por extensión, la cualidad del que administra la cosa pública sin aprovecharla para mejorar su cuenta corriente. Pero quien administre muy honestamente en favor de los que tienen menos –dedicando honestamente el dinero público a mejorar hospitales y escuelas– será más de izquierda; quien administre muy honestamente en favor de los que tienen más –dedicando honestamente el dinero público a mejorar autopistas, trenes bala, teatros de ópera– será más de derecha. Quien recaude muy honestamente, sin quedarse con nada, impuestos al consumo de leche y fideos será más de derecha; quien recaude muy honestamente, sin quedarse con nada, impuestos a la renta financiera será más de izquierda. Y sus gobiernos, tan honesto el uno como el otro, serán radicalmente distintos. La honestidad –y la voluntad y la capacidad y la eficacia– son sólo una base. Si existen, deben ponerse al servicio de alguna concepción del mundo: serán, forzosamente, de derecha o de izquierda.


Como todo el resto.



Crítica Digital

viernes, 12 de septiembre de 2008

Herbert Marcuse, mediante su exquisito análisis desde una perspectiva marxiana, pone al desnudo el papel de la ciencia en la realidad, rompiendo con ese ilusorio desfasaje que muestra, por un lado, masas empobrecidas, guerras y conciencias alienadas transformadas en un apéndice de la gran trituradora y, por el otro, una ciencia heroica, pura, elegante, simple, y en franco ascenso. Disfrutando la incuestionabilidad de su imagen, este modelo, que “reinó sin discusión hasta épocas recientes, equiparando ciencia y razón, desinteresado e imparcial, garantizaba el progreso en este mundo. Su prototipo fue la naturaleza, presumiblemente compuesta sólo de materia en movimiento y por ende “neutral”. Sin embargo, lesionada por dos conflagraciones mundiales y una dilatada guerra fría donde –junto con la tecnología- desempeño un papel crucial, ya no sirve como cimiento de la búsqueda de verdad en ésta o cualquier otra cultura. La ciencia ha perdido su inocencia”.[1]
“Es verdad que la racionalidad de la ciencia pura está libre de valores y no estipula fines prácticos, es “neutral” con respecto a todo valor extraño que se le pueda imponer. Pero esa neutralidad es un carácter positivo. La racionalidad científica requiere una organización social especifica”[2], sin embargo, bajo una lógica capitalista de productores independientes aislados, convierte a la tecnológica en un ente inmaculado, poseedor de vida propia que se ubica en un orden objetivo (como el mercado que se “autorregula”, organiza, y reina sobre quienes acuden a él para socializarse a través de su mercancía), y se transforma en un órgano de dominación que, en el fondo, no es más que la dominación del hombre por el hombre. Sin duda que algo funciona mal en la racionalidad del sistema mismo... “lo que funcione mal es el modo en que los hombres han organizado el trabajo social”.[3]
Pero Marcuse no quiso quedarse en el umbral de la crítica, sino que, como dándole el veneno de su propia medicina, logró ir más allá al establecer una relación de causa-efecto con la razón pretecnológica. “¿Hay paralelismo y casualidad entre los dos procesos de cuantificación, el científico y el social, o su conexión es sencillamente obra de una visión sociológica retrospectiva?”[4], se pregunta Marcuse, no sin –a esta altura- un dejo de cinismo. Entonces, recurre a Husserl y arremete: “la matematizción de la naturaleza dio como resultado un conocimiento práctico válido: la construcción de una realidad “ideacional” que puede ser eficazmente “correlacionada” con la realidad empírica. Pero el logro científico se remitía a una práctica pre-científica, que constituyo la base original de la ciencia galileana. Esta base precientífica de la ciencia en el mundo de la práctica (Lebenswelt ), que determinó su estructura teórica, no fue cuestionada por Galileo; además, fue ocultada por el posterior desarrollo de la ciencia. El resultado fue la ilusión de que la matematización de la naturaleza creó una “verdad absoluta autónoma”, cuando en realidad siguió siendo un método y una técnica específica para el Lebenswelt. El velo ideacional de la ciencia matemática es, pues, un velo de símbolos que representa y al mismo tiempo enmascara”.[5]
Así, el método científico es agarrado con las manos en la masa, muestra la hilacha de su subjetividad histórica y evidencia como el proceso de racionalidad tecnológica está al servicio de un proceso político. Así, la ciencia -que no es más progreso, sino estabilidad y conservadurismo- es socia fundamental de un sistema capaz de captar y asimilar todo movimiento que busque resquebrajar sus cimientos. Grité barbaridades, escriba textos que busquen conmover la conciencia social, garabatee dibujos que alteren las pasiones adormecidas pero, después, pasé por caja. ¡Ante cada manifestación suya tendremos un lugar vacante esperando para catalogarla y re-direccionar su sentido y, con suerte, la convertiremos en una nueva necesidad de las conciencias alienadas!
¡Qué claro es el problema frente a tal explicación! ...sin embargo, qué difícil es encontrar una salida cuando “la libre elección de amos, no suprime ni a los amos ni a los esclavos. Escoger libremente entre una amplia variedad de bienes y servicios no significa libertad, si estos bienes y servicios sostienen controles sobre una vida de esfuerzos, de temor y de alienación"[6]. Si “el mundo tiende a convertirse en objeto de administración total, que absorbe hasta a los administradores, la trama de la dominación se ha convertido en la trama de la Razón misma, y esta sociedad se halla fatalmente enmarañada en ella”[7]; ¿cómo salir? ¿cómo quebrar el camino de esta realidad presuntamente histórica? ¿cómo adelantar su fecha de caducidad?
Que actualmente el termino utopía sea considerado infantil -cuando no risible- es, sin duda, un gran triunfo ideológico. “La utopía es criminal. Eso es lo que nos están enseñando actualmente”, dijo Alain Badiou, quien también se animó a proponer una nueva metodología: Crear tiempos y espacios nuevos. Cuando votar es “reemplazar a un esclavo del capital por otro esclavo del capital” y “un acto tiene que ser libre en su forma y en su contenido. Un acto político es algo que crea tiempo y espacio. Crea tiempo porque dice 'voy a hacer esto o lo otro, según un tiempo que yo estoy construyendo y no según el tiempo que domina, que es el tiempo del capital y de las elecciones'. El acto político también crea espacio porque dice: 'Voy a transformar a este lugar en un lugar político', es decir, voy a transformar una calle, una fábrica, una universidad. A ese lugar yo lo voy a transformar en un lugar político”[8].
Crear tiempos y espacios nuevos. Es fácil pronunciarlo, pero toda gestación conlleva dificultades. Siempre se hablo de que el desarrollo de la igualdad condiciona a la libertad y viceversa, siempre se opto por alguno, sin embargo -hoy día- somos ilusos desiguales que nos creemos libres.
Tiempos y espacios nuevos. Tiempos y espacios nuestros.




[1] Appleby, J., Hunt, L. Y Jacob, M., “El modelo heroico de la ciencia”, en La verdad sobre la historia, Andrés Bello, Barcelona, 1998, p. 27 y 28.
[2] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional, Barcelona, Planeta, 1985, p. 332.
[3] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional, Barcelona, Planeta, 1985, p. 323.
[4] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional, Barcelona, Planeta, 1985, p. 333.
[5] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional, Barcelona, Planeta, 1985, p. 337.
[6] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional, Seix Barral, Barcelona, 1968, p. 38.
[7] Marcuse, Herbert, El hombre unidimensional, Barcelona, Planeta, 1985, p. 341-342.
[8] Badiou, Alain, http://www.cta.org.ar/instituto/badiou01.html, en Conferencia en Encuentro Permanente por un nuevo pensamiento, Buenos Aires, 24 de abril del 2000.

domingo, 7 de septiembre de 2008

TODOS JUNTOS EN LA LUCHA



Gran Kermes apoya la causa de los compañeros de Sociales.


Basta de ahogar a la Universidad.

Por una Universidad para todos: libre, gratuita y EN CONDICIONES.

Basta de fragmentación; ¡EDIFICIO ÚNICO YA!

Aumento presupuestario urgente (¿quintuplicación?)

Aumento salarial, basta de docentes AdHonorem


Vamos compañeros, todos juntos por nuestra causa. Si como estudiantes no exigimos por nuestra educación, nadie va a hacerlo por nosotros.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Por buen camino

Ayer no fue una tarde más en la Plaza Houssey. Ayer los jóvenes que suelen estar tomando mate, leyendo algún libro o practicando algún truco con el skate se encontraron en compañía de muchos más.

Muchos como ellos, pero de otros lados y universidades, se juntaron en la esquina de Avenida Córdoba y Junín para poder seguir existiendo. Para poder contestar a la pregunta, “¿Qué hacés vos?” “¿Yo?, soy estudiante”.

Las primeras banderas daban el presente de la Facultad de Filosofía y Letras, alrededor de las 18. Luego los representantes de la Universidad de La Plata y más tarde, los estudiantes de Ciencias Sociales, que venían de sus tres sedes.

Pasadas las 19 la caravana de pancartas contra el rector de la UBA, Ruben Hallú, las banderas de los centros de estudiantes y de los distintos partidos políticos convocantes, avanzaban por Av. Córdoba y Callao.

Mientras marchaban, las canciones populares cambiaban sus letras por pedidos de mayor presupuesto, educación “para todos” y algún que otro insulto a los que, desde Balcarce 50, parecían no escuchar sus reclamos.
-¿Por qué estás acá?
-Vinimos a pedir por el edificio único para la Facultad de Sociales, hace más cuatro años que se firmó el decreto que lo aprueba, pero las obras no empezaron y la plata está en una cuenta en manos del decano Schuster. La situación edilicia de las tres sedes es paupérrima, no hay gas en Constitución, en Ramos no hay matafuegos ni luces de emergencia y en Marcelo T. se calló una viga en la cabeza de una compañera hace cuatro días.

La marcha llegó alrededor de las 21 al Palacio Pizzurno, sede del Ministerio de Educación. En la puerta esperaban seis unidades de la Policía Federal y cerca de treinta oficiales en los accesos del edificio. Sumados a un grupo de doce señores con camperas de cuero y lentes negros que, al parecer, estaban acompañando a los hombres de la ley.
-¿Y vos? ¿Por qué marchas?
-Nosotros estamos unidos en esta causa, es en defensa de la educación pública, libre y gratuita, y para todos. Apoyamos a los docentes en su reclamo salarial y pedimos por el blanqueo de los profesores que trabajan en negro y por un salario para los que están ad honorem.

Al borde de las 22, una gran asamblea decidió por voto de la mayoría que las facultades siguieran tomadas por los estudiantes permitiendo el desarrollo de clases públicas, actividades culturales y festivales de música.

Mientras se dispersaban, entre caras mal dormidas y sonrisas complacientes por los resultados, podía verse la confianza que tienen aquellos que se saben marchando por el buen camino.




IVO

martes, 2 de septiembre de 2008


En la Sierra Maestra, huellas de fuego marcan un destino difícil de ocultar. Tras el hambre, pan. Tras el odio, amor. Tras la guerra, paz.
Miles de preguntas imposibles de contestar por lo menos desde el paradigma reinante.
Clarividencia en las respuestas de unos pocos que son callados a bastonazos por temor, y aun así su grito es ensordecedor. Porqué el temor de la bestia es petróleo para los motores de la utopía. Es pan para el estomago de cada utópico.

“La revolución es algo que se lleva en el alma, no en la boca para vivir de ella”, lo dijo, casi presagiando. Cuatro décadas de bocas llenas de revolución. Bocas que la mastican como a un chicle, apretando el jugo de su vientre para ascender a los altos rangos del poder y escupirla, devastada, en cualquier cenicero, salpicando la cara del pueblo entre risas de hiena.
Preocupadse por exterminarla, agotando los confines de su fuerza. Porque bastará el último residuo para eternizar el reciclaje. Que como el ave fénix resurgiendo de las cenizas, de la gota más pequeña y agonizante puede fecundarse el mar más prospero, lleno de vitalidad e insurgencia.

"El capitalismo es el genocida más respetado del mundo", lo dijo, leyendo entre líneas la siempre abstracta realidad. Cuatro décadas de trabajo a destajo por parte de los sastres que cortantejencosen los trajes pintorescos que envuelven al genocida. Pero como los botones siempre saltan, la ingeniería textil anda necesitando una solución mágica (como la alquimia fue para la química) para contestar con mentiras pintorescas las preguntas que, por ambición y negligencia, hoy carecen de respuesta.
Otra vez el rey desnudo va. Y, casi copiando al del cuentito, en su obstinación y ceguera, se cree bajo la defensa de augustos telares imaginarios.
Si de diferencias y semejanzas hablamos, tenemos a los cortesanos cobardes que no se atreven a doblegar a Su Majestad, porqué viven de sus miserias. Pero nos falta esa niña atrevida, que con valencia irreverente, le sacó las mayúsculas y lo hizo “su majestad”, mostrándolo desnudo, avergonzado e indefenso.
Esa niña en nuestro cuento era hombre y comandante. Murió acá nomás: en el pueblito de La Higuera, hace ya cuarenta años. Hidalgo de la revolución, se despidió un día cualquiera, arrojando al aire su eterno legado libertino.

"Donde quiera que la muerte nos sorprenda, será bien recibida mientras nuestro grito de guerra sea escuchado", lo dijo, y –como pocos- lo cumplió.

martes, 26 de agosto de 2008

“La violencia popular es la respuesta a la violencia que procede de arriba”, ex presidente Arturo Frondizi

El 26 de mayo de 1969 en la ciudad de Córdoba, el Movimiento Obrero dictó a través de dos plenarios un paro general de 37 horas a partir de las 11 del 29 de mayo. Las agrupaciones estudiantiles, acataron en su totalidad las medidas programadas por la Central General de trabajadores(CGT) y por la Central General de Trabajadores Argentinos(CGTA).

Tiempo antes de las 11 de la mañana la mayoría de las asambleas de las fábricas dejaron sus puestos de trabajo y comenzaron a reunirse en la puerta de la CGT en Av. Velez Sarfield 137. Miles de volantes reclamaban contra todos los preceptos del gobierno militar del general Onganía.

Las consignas, en palabras de Agustín Tosco, secretario general de la CGTA, “exigían que el gobierno fuera elegido por la mayoría de la población, sin persecuciones. Exigían que se aumentaran los salarios en un 40%, que era lo que había crecido el costo de vida. El freno a los monopolios extranjeros, nuevas fuentes de trabajo, la reincorporación de los cesantes y el levantamiento de las sanciones por haber hecho uso del derecho de huelga y por último, una Universidad abierta a las posibilidades de los hijos de los trabajadores y consustanciada con los intereses del país”.

La policía reprimió con gases lacrimógenos a los obreros del sindicato Luz y Fuerza que intentaban llevar a cabo un acto en la calle Rioja y General Paz. Una vez más la violencia al servicio del poder demostraba que el gobierno estaba dispuesto a todo para seguir adelante con su Doctrina de Seguridad Nacional, heredada del norte del continente.

Sin embargo ésta historia no era como otras: el pueblo, cansado de los abusos de poder, se sumaba abiertamente a la lucha que encabezaban trabajadores y estudiantes contra el régimen. Las columnas de los sindicatos de la industria automotriz que estaban llegando a la ciudad son atacadas.

“Luche, luche, luche, no deje de luchar, por un gobierno obrero, obrero y popular”. La noticia de la muerte de Máximo Mena, del Sindicato de Mecánicos, desató la furia.
Se armaron barricadas en el centro de la ciudad y la policía retrocedió. Algunas comisarías y radios fueron tomadas por el pueblo dando propaganda al estallido. Edificios del gobierno y de multinacionales fueron incendiados, se escuchaba: “Los obreros al poder, los milicos al cuartel”.

Más de treinta horas luego del primer estallido, la represión policial y militar que llegaba por aire desde la capital quebró la resistencia popular. Los tanques del ejército descargaron sus ametralladoras contra la población. Los hospitales se llenaron de heridos de bala y las decenas de muertos fueron enmascarados por la dictadura.
En un marco internacional de cambio este estallido fue tomado como el ejemplo argentino de la Revolución cubana y la imagen del che, el Mayo Francés y la Primavera de Praga sucesos que dejaron marca en la historia del siglo XX.





IVO

viernes, 15 de agosto de 2008

:: Realität ::

Caminé por un lugar de tonos fuertes,
sentí la brisa áspera golpear contra la cara.
Alrededor revoloteaba mucha gente.
Algunos reían, otros lloraban,
otros reían de los que lloraban, y otros fingían llorar.
Crucé un puente y casi caigo al agua
pero, como un campeón de la pista `estimulo cerebral-rápida motricidad`,
solo me mojé un poco los pies.
Sentí el frió, cómplice de mis medias me entibiaba la sangre que intentaba fluir por las venas
pero seguí porque no había tiempo para descansar.
Porque no había tiempo.
Ni tampoco cansar.

Cuando pude, maté a un hombre de a puñaladas,
luego concebí un hijo mientras veía el sol hirviente secar el charco de sangre que circundaba al muerto.
Agarré una rosa y aspire el perfume hasta vomitar.
El muerto se aburrió, se levantó y me pidió un cigarro,
lo prendió, me escupió la cara y nos despedimos.

En una fiesta, bebí vino de una boca roja como un higo
qué me vendió una promoción;
Llevé dos placeres, pague uno.
Yo robé, salí, corrí y sudé.

Me senté en la tierra a sentirme tonto y sagrado
al ver una paloma atea volar por los aires.
Razone que pesamos lo que creemos,
y la cruz es insoportable.
Una nube negra amenazó con aplastarme
y yo le pedí a mi dios una coraza
mientras la paloma se burlaba desde el cielo.

Probé todo placer hasta pasarme del lado del pecado capital.
Vi, olí, sentí y oí todo...

hasta que sonó la chicharra cacheteadora
que me recordó los actos mecánicos a realizar rápido porque se hacía tarde.
Malhumorado, abrí el agua y me moje la cara hasta despabilarme un poco.
Luego le atiné a la toalla y procedí a secarme la capital,
Alcé los ojos y mire en el espejo una calavera con mis huesos que reía.
Sospeché que me tenía que correr un escalofrió del talón a la nuca
pero como no lo encontré, falté al trabajo con aviso
y me fui a la cama a buscarlo.

jueves, 14 de agosto de 2008

Día nublado

Luego de apagar el despertador Ulises Fantoc se mueve en la cama esperando que esos minutos que le sobran a su desayuno le otorguen una idea. Piensa en su madre, en las veces que trató de disuadirlo de su tarea de buscador de ideas originales, que estudiara una carrera que le sirva “para ganar dinero” y no para darle cinta a los chismes de vecinos que se hastiaban de maltratar a su persona por el simple hecho de no gustarle la plata. Claro, en un barrio pobre de esos que rodean a las industrias fantasmas de años atrás las últimas ideas se las llevó el temporal de hace treinta años. Se pone los pantalones claros, teñidos con cierto tono verdoso en la parte trasera, legado de años de reflexión en el Parque Lezama. Mientras, en su cabeza sigue repasando imágenes mezcladas con sueños poco originales de cosas que ya vio u oyó por ahí y que de nada le servirían para su gran invento.

Mientras bebe café, busca en medio de la oscuridad ese hilo de luz que filtra la cortina e ilumina a una libreta, se acerca, pasa suavemente su mano sobre ella y la guarda en una vieja valija de cuero heredada de la única persona que en verdad confió en él. Entre escalón y escalón repasa el momento en que su abuelo en una tarde en el delta le regaló ese maletín para que en él pusiera “todo lo que un hombre necesita para trabajar”, carga todos los utensillos necesarios para la rutina diaria.

Qué pensaría su abuelo de él ahora, si lo viera en ese estado, a punto de cumplir treinta años y sin nada. Sin una idea en su cabeza ni en su libreta, pero con la certeza añeja en su corazón de no haber alcanzado su destino y que ese momento tan sólo era una prueba más que debía atravesar en el camino que había decidido tomar hace mucho tiempo.

Camina por la calle Garay hasta Perú, saluda a Otto, el alemán que vende diarios desde que su padre arribó al puerto de la boca hace más de noventa años; al llegar a Brasil, se encuentra con el circo de Juancito, una familia de seis malabaristas. Desde el más pequeño al más grande juegan con pelotas y monocicletas, mientras hacen malabares y acrobacias con aros de fuego, ante la atenta mirada de su fastidiado público. Un día de estos los va a invitar a comer a los seis piensa, un gran asado y todos van a jugar a llevar una vida normal, les va a dar delantales y pinturas para el colegio y autitos de carrera para lucirse en el recreo. Pero el semáforo muestra verde para el peatón y durante el camino a su oficina la propuesta se desvanece en la nada.

En Defensa y Brasil le hace un chiste sobre el partido del domingo a Rolo, el encargado de que las gastadas baldosas del Museo Histórico Nacional luzcan brillantes cada mañana. Sigue su ruta, sube la rampa corriendo, vieja costumbre que aún no lo abandona, y elige cuidadosamente el lugar donde pasará sentado el resto del día laboral, la corrida de segundos antes le da una extraña esperanza, es una forma de matar la ansiedad venidera, de acaramelar a ese niño que tiene dentro y que espera para salir a divertirse.

Saca la libreta, la abre con cuidado, luego la birome, en ese momento, siente un golpe en la cabeza que lo deja nublado, mira hacia atrás y un chico de unos ocho años está sonriendo. Lo mira bien y se parece a él cuando tenía esa edad observa su remera embarrada, su sonrisa pícara en busca del perdón y una vez obtenido, la risa y el saludo. Piensa que podría ser él mismo que se encuentra con su pasado, piensa en el pasado, pero también en el presente, sin embargo nada.

En su concentración, distingue sobre la libreta el Río, Río de La Plata lleno de historias de genoveses que arribaron a principios de siglo como él, luchando codo a codo para hacerse un lugar en la naciente urbe porteña. Piensa en la música, en el tango, en aquella letra que cuenta la historia de una rubia debilidad de los arrabaleros, pero qué puede saber él de todo eso, si creció en la provincia, y lo poco que llegaba era resistido por orgullo nomás del oyente, que se cansaba de oír historias fantasiosas de la Capital. Se da cuenta que olvidó el saco, el viento lo despeina, pero ya es tarde para volver y todavía no encontró nada de lo que vino a buscar.

El blanco del papel es contraste en el verde paisaje, aprieta la birome con fuerza, la misma con la que salen esas primeras palabras. De pronto, un trueno lo distrae, un tachón y otra hoja a la basura, lo sorprende un pájaro que se cuela entre sus pies como anunciándole algo, intenta entenderlo pero este lo mira un instante y se escapa. Piensa tal vez que esté equivocado, que todo fue un error, que no sirve de nada ir contra la corriente, que debió escuchar a su madre cuando le aconsejaba sobre su vida. La presión sobre la lapicera hace que su mano comience a transpirar. Nada.

Un hombre mayor con una cicatriz que le cubre todo el pómulo izquierdo se sienta su lado, pese a sus años, su rostro luce media sonrisa, como aquel que está a punto de hacer un chiste o busca caer bien con un comentario que inicie una charla informal. Ulises se percata luego de un rato de su presencia, tiene un rostro familiar, tal vez de uno de esos sueños de años pasados. Cree haber tenido una charla con él donde el anciano le contaba su vida, sus amores y aventuras como viajante de control de aduanas en el África Meridional. El viejo lo mira fijo y solo pronuncia dos palabras “falta poco”, al instante se levanta y se va. Ulises queda tan conmovido que no lo ve alejarse, ¿qué había querido decir ese hombre?. ¿Era una señal? ¿A sus súplicas entre sueños, a su espera agobiante, a sus ganas de ser más, de poder más, de tomar por las astas al toro y a todos los que no confiaron en él? Una gota, dos, tres, en el ambiente comienza a sentirse ese olor que sale de la tierra cuando llueve y lo traslada a tantos lugares. Pero esta vez no. Esta vez está ocupado descifrando la frase del anciano. Los renglones limpios de tinta de la hoja se humedecen con la lluvia, Ulises cierra su libreta, se incorpora, limpia los pastos de su espalda, y se va caminando lentamente bajo la lluvia.






IVO

martes, 5 de agosto de 2008

¡Fuerza Evo!


Y bueno Ivo, ¿vistes que yo te advertí que un blog no se mantiene así como así?
Yo solo, con el mio no pude, así que te doy una mano y vamos a medias.
Saludos;
tu amigo el Colo.


¡Fuerza Evo!

...procesos de inversión ideológica hacen que muchas veces el pueblo –o parte de él- defienda intereses que lo perjudican. Porque la ideología dominante es la de la clase dominante y actúa ahí donde uno menos la siente. Es qué está tan naturalizada.
Pasa en la Argentina, pasa en todo el mundo...
Hoy, 6 de agosto, nuestros hermanos bolivianos conmemoran su independencia como país. La soberanía por estos pagos es teórica... somos mucho más fantoches de lo que sospechamos. Los que manejan los hilos ahí están, aunque no se vean.
La emancipación del hombre es un arduo camino cuesta arriba. Quines la disfrutan -a costa de la opresión de los demás- pondrán miles de piedras en el camino.
La conciencia es una invención que se nutre de la realidad exterior. La hegemonía dominante nos propone ir del cielo a la tierra, pero nosotros queremos ver la verdad que nos intentan ocultar: el mundo es el mundo de los hombres.

Corrijo a la foto: el imperialismo no tiene bandera.

lunes, 28 de julio de 2008

Inconciencia porteña

Es un clásico de sábado por la noche o domingo por la madrugada, ver chicos que salen de los boliches arrastrados por sus amigos o directamente llevados en camilla por personal médico. También son numerosos los casos de accidentes por ebrios al volante, que arrastran con ellos las vidas de víctimas inocentes. ¿Cómo evitar que estos “accidentes”-si se les puede llamar así a esta altura- ocurran?
En Capital Federal rige, luego del incendio del Boliche República Cromañón en 2004, una ley que no permite a los menores de 18 años salir a bailar fuera del horario de matiné. Sin embargo, desde las puertas de su mismo colegio, el viernes o el sábado por la noche, pueden tomar un micro que los lleva directamente a un boliche en el conurbano bonaerense.
Una vez dentro del local bailable, los jóvenes tienen acceso a alcohol y drogas que saltan el control policial, que muchas veces se limita a mirar a los chicos hacer la fila y sacar a los que parecen alcoholizados o no dan con el “target” del boliche.
El Secretario de lucha contra el Narcotráfico, José Granero, enfoca el problema como “un negocio de los boliches que le venden el agua más cara a los chicos que están deshidratados debido al consumo de éxtasis”. Olvida, por cierto, que dentro de las discos hay zonas “liberadas”- la pista de música electrónica en general- en las que los mismos tarjeteros venden las pastillas, convirtiendo todo el rito del baile en un circo inescrupuloso donde los chicos bailan y toman hasta que caen desmayados.
No obstante, el problema no se limita a los menores de 18 años: la organización sin fines de lucro “Luchemos por la Vida”, determinó por una encuesta que “el 46 por ciento de los porteños toma alcohol y conduce los fines de semana; y el 47 por ciento no sabe a qué equivale, ni cuál es el límite de alcohol permitido en sangre”.
El Gobierno porteño puso en marcha hace una semana el Programa Conductor Responsable. El mismo se basa en que un grupo de amigos que sale, eligen un conductor responsable, y en la puerta del boliche hay un puesto de control; si a la salida del mismo, este pasa el control con 0 litros de alcohol en sangre, se gana premios para él y todo sus amigos, como gimnasio gratis o entradas para el cine. Por este medio, se premia al cumplidor.
Sin embargo, el pasado fin de semana el control llevado a cabo en el boliche INK de Palermo sólo registró cuatro conductores responsables de todos los autos que estuvieron en el concurrido local.
En suma, está demostrado que los métodos actuales para contrarrestar los peligros que conlleva la noche porteña, o de los porteños, no dan los resultados que se esperaban. El prohibicionismo, sin actitudes educativas no da resultados evidentes, siempre que haya una ley, va a existir la forma de esquivarla.
Como explica un acertado editorial del diario La Nación: “El prohibicionismo sin persuasión y sin motivación convincente carece de eficacia. Para la gente joven, el valor de la autonomía personal, unido a la dignidad y la autoestima, es primordial. Es en estos atributos de la personalidad y en el riesgo de que se degraden en lo que debe enfatizarse con persistencia y con una mentalidad comprensiva y abierta al diálogo entre generaciones, sin el cual se acentúa un conflicto que puede ahondar y agravar la frustración y el sentimiento de soledad y aislamiento de muchos jóvenes.” Por lo tanto, está demostrado que los métodos actuales, tanto los prohibitivos como aquellos que intentan premiar a los que cumplen con la ley, no dan buenos resultados hasta a la fecha. Cada momento que pasa no se cuenta en segundos, sino en vidas.





IVO

jueves, 17 de julio de 2008

No se coman al peón

“Él gana en la paz
y es el primero en la guerra;
no le perdonan si yerra,
que no saben perdonar,
por que el gaucho en esta tierra
sólo sirve pa votar”.
“Martín Fierro”, de José Hernández.


La tarde presenta sus últimas objeciones de luz a una noche fría que sólo cede a los fuegos de barril que cruzan la ruta 14. En el piquete de Gualeguaychú, Entre Ríos, no sólo hay señoras bien abrigadas y hombres de rasgos rubios con camperas patronales de cuero, en el fondo de esa protesta, me encontré con varios peones rurales.
“Los peones están en blanco y están acá, cobran 3000 pesos por mes”, es una de las tantas frases de la catarata de quejas y explicaciones que fluyen de la boca de un hombre de 50 años que afirma ser un “humilde mediano productor con 600 hectáreas”.
-¿Puedo hablar con el peón?
La pregunta resulta un tanto molesta, para el patrón protector que devuelve:
-Sí, enseguida lo llamo, pero te va a decir lo mismo que yo.
Mientras me entretenía con una señora que intentaba guardar todas sus quejas en mi grabador llevándoselo bien cerca de la boca; se para frente a mí un hombre de mediana estatura, con una boina negra desgastada. Parecía haber sido más alto, sin embargo, las 20 temporadas de cosechas que dijo tener en el lomo habrían doblegado su juventud y sus ganas de vivir.

“Brotan quejas de mi pecho,
brota un lamento sentido;
y es tanto lo que he sufrido
y males de tal tamaño,
que reto a todos los años
a que traigan el olvido.”

-Yo nací acá en una estancia cerca de Gualeguaychú, me crié en el campo y ahí es donde trabajo desde hace más de 20 años. Hoy estoy acá para defenderlo. Nosotros trabajamos con calor, frío, lluvia, sol, nieve y de lunes a sábado sin descanso.
-¿Entiende el conflicto del campo?
-Entiendo que el gobierno se quiere quedar con todo y eso no puede ser, el campo le da de comer a todo el país.
-Pero, ¿no cree que las retenciones pueden darle una mano a la gente más humilde como usted?
-Yo no sé bien qué son las retenciones, pero sí sé que los Kirchner no entienden a la gente de campo, nosotros estamos dispuestos a pelear por lo nuestro y no vamos a aflojar.
En ese momento el patrón interrumpió la conversación argumentando que estaba por hablar “Alfredito de Angelis” y todos debíamos escucharlo. Sin embargo, la idea del peón de defender lo suyo había quedado dando vueltas en mi cabeza. Si bien se había criado en el campo, nada de eso le pertenecía, no tenía participación en las ganancias; y en caso, como afirma el Gobierno, de que no hubiera retenciones, la carne y otros alimentos le serían difíciles de pagar.
¿Cómo hacer para encontrarme con un peón que pudiera decir su opinión sin la presión del patrón detrás de sus talones?

“Yo no sé qué tantos meses
esta vida me duró;
a veces nos obligó
la miseria a comer potro:
me había acompañado con otros
tan desgraciaos como yo.”



Decidí seguir el recorrido en otro piquete, el de la ciudad de Saladillo, en la provincia de Buenos Aires. Luego de encontrar el mismo tipo de respuesta influenciada por el contexto del corte de ruta, me fui a tomar una cerveza a una vieja pulpería alejada del centro del pueblo. Para mi sorpresa, encontré allí varios peones de campo hablando a los gritos y debatiendo sobre el Gobierno, las retenciones, y varios temas más que se sumaban a medida que las botellas de vino se convertían en centro de mesa.
-¿Puedo sentarme con ustedes?
-No, tomatelas porteño, rajá.
Dijo el más hostil de los cuatro.
-Pará pará, que se siente. Siempre y cuando invite un vino.
Dispuesto a sus condiciones, me presenté y acordamos en no dar sus nombres, por miedo a represalias.
-¿Cómo ven lo que pasa entre el campo y el Gobierno?
-Mirá, nosotros sabemos que desde que al campo le va bien, nuestros sueldos aumentaron un poco, nuestros chicos comen bien, van a la escuela, el pueblo creció, hay más trabajo, las cosas van mejor que hace un par de años.
Se refiere a los años noventa cuando el campo estuvo muy mal por las medidas económicas del menemismo y muchos propietarios perdieron sus terrenos a manos de grandes empresas administradoras. Los peones sufrieron al máximo esa realidad quedando desempleados y muchas veces al borde de la indigencia.
-¿Por qué están en los cortes de ruta?
-Si fuese por nosotros no iríamos o nos quedaríamos en casa con nuestras familias, pero como es hora de trabajo, y los patrones nos siguen pagando, vamos a ahí y colaboramos haciendo un asado o moviendo los tractores.
Entre pregunta y pregunta, la condición del vino hace que se cuelen chistes anécdotas y cuentos verdes que alegran la tarde y hacen reír hasta a dos chicos que juegan a los fichines al lado nuestro.
-¿Qué representación tienen del sindicato?
-¿Queeeé?
La pregunta causa risa en los cuatro.
-Sólo dos estamos en blanco y porque le cayó la inspección hace un tiempo y tuvo que blanquear a los más viejos.
El otro en blanco agrega:
-Igual, no hablamos nunca con los del sindicato, nos enteramos por carta de los aumentos y algunas promociones pero eso nomás.
Convencido de la simpleza de estos hombres, de su creencia en los hechos sobre las promesas rimbombantes, entendí el manejo de sus opiniones:
-¿A quiénes votaron?
Al unísono:
-A Kirchner.
-Nosotros vemos que todo va bien, que las cosas iban mejor hasta el quilombo este. Por eso sólo pedimos para que se arregle todo de una buena vez y que vuelva a estar todo como antes.

“Es el pobre en su orfandá
de la fortuna el desecho,
porque naides toma a pechos
el defender a su raza;
debe el gaucho tener casa,
escuela, iglesia y derechos.”

Una vez comprendida su postura, no hice más que ir a donde, se suponía, defendían sus intereses. La Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores, ubicada en Reconquista 630, Capital Federal. Su secretario general, Gerónimo Venegas, se rehusó a recibir a un estudiante de periodismo y adujo que su postura había sido publicada en los medios.
El 15 de julio de este año diario perfil publicó una nota en la que Venegas presenta a su gremio como mediador en el conflicto: “Hace varios días que dije que no voy a tomar partido por ninguno de los dos lados y que voy a ser un elemento de negociación y por eso no voy a estar."
Sin embargo, hay números que dicen más. Mientras en la lucha entre el campo y el Gobierno se habla de un conflicto de millones y millones de dólares, entre 1500 y 2500 según las distintas fuentes; el salario mínimo de un peón de campo es de 1080 pesos y el jornal de 47,52; está a años luz de la rentabilidad de los “pequeños y medianos productores”.
La lucha entre el campo y el Gobierno por una porción más de la “torta”, va a terminar en algún momento. Los ganadores, en caso de ser el campo, tendrán mayores ganancias que podrán manejar a gusto. En caso de imponerse el Gobierno, su panorama será más complicado, ya que va a ser controlado hasta el mínimo detalle por los ojos vigilantes del agro.
Detrás de esta pelea están los peones rurales, aquellos hombres que no cuestionan sino que se someten a las órdenes de sus patrones a cambio del jornal. Estos esperan tranquilos, ya que esta pelea de intereses los tiene perdiendo hace mucho tiempo.

“Y aquella voz de uno solo,
que empieza por un gruñido,
llega hasta ser alarido
de toda la muchedumbre,
y ansí alquieren la costumbre
de pegar esos bramidos.”


IVO